La muralla protegía el arrabal rodeando toda su extensión, y enlazando con la zona superior del Castillo y la villa. Actualmente se conservan varios tramos del recinto bajo de San Miguel, y parte del edificio del molino: sótano y sala de molienda, aliviadero de agua y dependencias anexas.
El origen del molino es medieval, posiblemente entre los siglos XIV-XV, cuando se produce también el amurallamiento del arrabal. El molino surtía de harina a los habitantes de San Miguel y Santa María, de los que sabemos que diariamente bajaban por suministros.
En la segunda mitad del siglo XX se dinamitó el azud para facilitar la corriente del Guadaíra, destejando y arruinando asimismo el edificio del molino y la casa del molinero, ambos ya abandonados a mediados de siglo.