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Turismo de Alcalá de Guadaíra

La Ribera molinera de Alcalá

Un recorrido por la molinería alcalareña

La molinería alcalareña tiene su origen durante la Edad Media. Aunque existen hipótesis sobre instalaciones molineras en el Guadaíra en época romana, no hay constancia arqueológica, siendo por otra parte escasos los ejemplos de molinos fluviales romanos a nivel regional.

¿Cuándo se construyen los primeros molinos en Alcalá? Los edificios que vemos hoy son en su mayor parte tardíos, construidos a partir del siglo XVI. Sin embargo, tenemos referencias en documentos escritos a partir del siglo XII. En época andalusí (almohade, siglos XII y XIII) ya existían varios enclaves molineros en el curso del río Guadaíra. Todos ellos se vinculaban a linajes familiares, que se repartían el uso del curso fluvial: <em>Banu Qinana, Banu Ocba, Banu Arusa...</em> Algunos de estos edificios serían reaprovechados tras la conquista castellana del siglo XIII, permaneciendo hasta la actualidad (caso del molino de Benarosa o el de La Aceña). No existen sin embargo restos materiales de estos primeros molinos, pues los que fueron reaprovechados serían sucesivamente reconstruidos y ampliados en siglos posteriores.

Tras la Conquista los molinos son "repartidos" entre los repobladores castellanos, a lo cual se sumaría durante la baja Edad Media (siglos XIII al XV) la construcción de nuevos molinos, generalmente como concesiones señoriales o eclesiásticas. Este sería el caso del molino de San Juan, concedido a la orden militar del mismo nombre (con sede en Tocina), o el del Algarrobo, propiedad del monasterio sevillano de San Jerónimo.

Pero el gran desarrollo de la molinería alcalareña se produce durante la Edad Moderna (siglos XVI a XVIII). Es en este período cuando se completa la nómina de molinos del Guadaíra, mediante la construcción o reconstrucción de la mayor parte de ellos: Molino Hundido, Benarosa, San Juan, El Algarrobo, Realaje, Pelay Correa, Cerrajas... A ello se uniría la construcción de molinos en varios de los afluentes del Guadaíra, completando así el aprovechamiento intensivo de la cuenca: molinos de Marchenilla, Oromana, La Tapada, El Zacatín... Asimismo se edifican molinos en cauces secundarios, como el arroyo de Gandul, afluente del Salado.

Durante la Edad Moderna, el aprovechamiento de los molinos de Alcalá se realizaba de diferentes maneras. La propiedad de los edificios se hallaba en manos tanto de privados como de instituciones eclesiásticas, que a su vez subastaban o alquilaban cada molino, de tal forma que rara vez el molinero era el propietario de su espacio de trabajo.

En la ribera molinera de Alcalá hay dos tipos fundamentales de molino, según se aproveche el curso fluvial. Por una parte tenemos los molinos "de canal" o "de río", en los que el agua es represada mediante un "azud" (barrera artificial) o una "balsa" (recinto poligonal artificial). En ambos casos el cauce se concentra en forma de embudo, canalizándose hacia los "cubos", huecos situados bajo el molino en los que se aloja la maquinaria hidráulica. Por otra parte estarían los molinos "de cubo" o "de acequia", que canalizan el agua (generalmente no del curso principal, sino de un arroyo o afluente) mediante un acueducto, acequia o "atarjea" (tajea) hasta los cubos, que en este caso presentan una caída de altura de varios metros hasta los huecos en los que se aloja la maquinaria.

Tanto en los molinos de río como en los de cubo, la tecnología de molienda se basa en los <em>rodeznos</em>, maquinarias en las que el agua mueve un conjunto de palas horizontales que a su vez mueven un vástago vertical en cuya parte superior se insertan las piedras. No existen en el Guadaíra molinos de rueda vertical (aceñas), aunque el nombre de algún molino (como el de La Aceña) pudiese llamar a engaño.

La mayor parte de los molinos de la ribera de Alcalá se mantuvieron en funcionamiento hasta el siglo XX. No obstante, los avances tecnológicos, junto con los problemas por los que pasa la industria panadera durante la posguerra civil, harían inviable su pervivencia. Entre 1950 y 1970 irían abandonándose todas estas instalaciones, algunas de ellas ya en un estado de conservación ruinoso.

A partir de 1998, el Ayuntamiento de Alcalá inicia un ambicioso programa de recuperación de la ribera molinera, dentro del programa de recuperación del cauce urbano del Guadaíra. Los molinos de la ribera urbana (Las Aceñas, Benarosa, San Juan, El Algarrobo, San Francisco, La Tapada y Realaje) han sido sometidos a diversas actuaciones de recuperación, desde una perspectiva patrimonial en la que conviven el recuerdo de su importancia para la economía local junto con el valor patrimonial de estos edificios históricos.

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