Aguas arriba del Guadaíra, la ribera molinera de Alcalá comienza con el Molino Hundido, situado en un recodo del río en el que los valores ambientales priman sobre el edificio actual, muy afectado por instalaciones hidráulicas contemporáneas. Antes de llegar a La Aceña, nos encontramos con el arroyo Marchenilla, que desemboca en el Guadaíra por su orilla derecha. Esta corriente, muy mermada en la actualidad, conectó históricamente el área del Castillo de Marchenilla con La Aceña, permitiendo el establecimiento de varios molinos de arroyo movidos por la fuerza hidráulica, canalizada a través de acequias o "tajeas": Pared Alta, Granadillo, El Hornillo, San José y La Boca. La mayor parte de estos molinos inician su andadura durante la baja Edad Media (siglos XIV - XV), aunque los edificios que todavía hoy podemos ver pertenecen en su mayor parte a transformaciones y reedificaciones de la Edad Moderna (siglos XVI - XVIII).
Actualmente, todos los molinos de Marchenilla se sitúan en propiedades privadas, estando incluso algunos de ellos habitados, lo cual ha permitido en varios casos su conservación hasta nuestros días.
Aguas debajo de La Tapada, el paisaje molinero se espacia, con presencia de molinos de río (molinos de El Arrabal, Realaje, Pelay Correa y Cerrajas) y molinos de arroyo (como los del Zacatín, muy transformados y en parte desaparecidos). Actualmente, la mayor parte de los molinos de río aguas debajo de Alcalá pueden visitarse desde el Corredor Verde recientemente habilitado entre Alcalá de Guadaíra y la Universidad Pablo de Olavide.