Los indicios más antiguos se remontan al Paleolítico Medio, con una cronología entre 80000 y 35000 años B.P. Son yacimientos como los de Torrequinto y La Torrecilla, en los que se encuentran herramientas de piedra primitivas, como los choppers (cantos tallados por una cara). Son instrumentos que sirven para golpear y cortar, sin excesiva complejidad tecnológica. Más adelante, las herramientas de piedra se perfeccionan, al ser usadas para diferentes actividades: bifaces (piedras talladas por ambas caras) para golpear y cortar, cuchillos para cortar, raederas para raspar… Un importante yacimiento de esta fecha lo encontramos en las inmediaciones de la Universidad Pablo de Olavide, pero hay otros: Laguna de los Arrayanes, Cortijo del Acebuchal, Cordel de Pelay Correa, etc.
Las piedras talladas son indicios, pero, ¿de qué? ¿Quiénes las fabricaron y manejaron? La cultura de la piedra tallada que se encuentra en los yacimientos paleolíticos de Alcalá se identifica como “Musteriense”, y suele asociarse a grupos de Homo neanderthalensis. Los neandertales se dispersaron por el sur de la Península Ibérica durante el Pleistoceno Superior (entre 125000 y 35000 años B.P.), hallándose restos en yacimientos andaluces como el del Boquete de Zafarraya (Granada).
¿Qué atrajo a estos primeros pobladores?
Al igual que hoy, hace 80.000 años Los Alcores se situaban en el borde oriental del valle del Guadalquivir, pero con un paisaje completamente diferente. Todo el curso inferior del valle era un amplio golfo marítimo, bordeado por las estribaciones del Aljarafe (el oeste) y Los Alcores (al este). En los bordes del valle, las terrazas fluviales constituían una zona rica en plantas comestibles y en caza: hipopótamos, rinocerontes y elefantes. En las terrazas se encontraba también abundante materia prima para las primitivas herramientas de piedra, lo que explica la presencia de zonas de talla que han llegado hasta nosotros en forma de yacimientos arqueológicos.
Estos pobladores no dejaron rastros de asentamientos permanentes, ya que su forma de vida era fundamentalmente nómada, en función de los itinerarios de caza y las áreas de recolección de plantas estacionales. Tampoco tenemos restos óseos humanos de esta época, ya que su conservación es muy difícil, y sólo existen unos pocos yacimientos en toda la Península Ibérica en los que se hayan podido documentar a estos primeros homínidos.